En todo proceso de selección hay dos partes. Tenemos por un lado a la empresa, cuyo objetivo es encontrar al mejor candidato en el menor tiempo posible. Por otro lado están los aspirantes, que esperan conseguir un puesto de trabajo y, cuanto menos, vivir una experiencia que sea lo más positiva posible para ellos aunque no resulten elegidos. la experiencia y el proceso de selección van de la mano para tener un resultado diferente.
Cubrir una vacante no es ni rápido ni sencillo y, a medida que las empresas se dan cuenta de esto, comienzan a entender la importancia que tiene el ser capaces de atraer candidatos talentosos a sus procesos de selección. También cómo influye en esto el convertir el reclutamiento en un procedimiento que resulte agradable para quien está participando en él. Veamos hasta qué punto y cómo las sensaciones que experimentan los candidatos influyen en el éxito del proceso de selección de una empresa.
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Una mala experiencia del candidato destruye los esfuerzos invertidos en employer branding
Cada vez son más las organizaciones que trabajan el employer branding. Quieren convertirse en un buen lugar para trabajar, ganándose la fidelidad de sus empleados y evitando que estos deseen marcharse a otro sitio a prestar sus servicios.
La imagen de la empresa como empleadora influye directamente sobre su plantilla, pero también tiene un impacto directo a la hora de atraer candidatos a sus procesos de selección. Si alguien tiene referencias de que en un determinado lugar cuidan bien a su empleados, no dudará en enviar su candidatura en cuanto vea una oferta de empleo.
Por el contrario, si quien está en búsqueda de trabajo ha visto un anuncio de una entidad de la que ha recibido malas referencias sobre su trato a los empleados, por mucho que le haga falta el empleo, lo más probable es que no mande su currículum.
Trabajar el employer branding como una parte más de la imagen que transmite la marca está muy bien. Pero la imagen que se desea transmitir debe coincidir con las acciones que se ponen en práctica, o la reputación se verá dañada.
Ejemplos
Supongamos que una empresa se ha hecho popular porque trata muy bien a sus empleados: les ofrece posibilidades de desarrollar su carrera profesional, horario flexible, cuenta con cheque guardería, amplía los permisos de maternidad/paternidad… Con esto va a conseguir atraer a candidatos talentosos a sus procesos de selección, pero no estará a salvo de que le hagan ghosting.
Por muy bueno que sea lo que le espera a alguien después del proceso de contratación, si la experiencia que vive antes no es positiva, existen muchas posibilidades de que abandone el proceso de selección.
Imaginemos que esa empresa de la que acabamos de hablar recibe 300 currículums para la vacante de empleo que acaba de publicar, porque tiene una reputación tan buena que todo el mundo quiere trabajar en ella. Pero pasa un mes y ningún candidato tiene noticias sobre cómo avanza el proceso. Más tarde, cuando se llama a los aspirantes para una entrevista personal, no se ofrece nada de flexibilidad, e incluso se les tiene esperando más de 45 minutos antes de la reunión. Este trato no casa para nada con esa buena imagen que tiene la empresa. ¿El resultado? Los candidatos talentosos se van a desencantar y pensarán que todo lo que han oído es mentira, porque ellos no están siendo bien tratados. Así que muchos de ellos abandonarán el proceso de selección de forma voluntaria y sin avisar de ello.
Al final, todo el tiempo y el esfuerzo invertido por la empresa en mejorar su employer branding pierde su sentido. Los aspirantes se van a ir con mal sabor de boca.
La experiencia y el proceso de selección influye en la duración
Como acabamos de ver, cuando el candidato no se siente satisfecho con el trato que está recibiendo, tiene tendencia a desaparecer del proceso de selección sin dejar rastro. Y puede ocurrir que entre esos que se dan por vencidos estuviera la persona que resultaba idónea para cubrir la vacante.
El efecto directo de esto es que la empresa va a tardar mucho en encontrar al perfil más adecuado para cada puesto. No importa que en un primer momento haya sido capaz de atraer a muchas personas talentosas a su proceso de selección, si no consigue que las mismas se mantengan en el mismo hasta el final (salvo las que vayan siendo descartadas por la propia entidad), tendrá tantos problemas para cubrir la vacante como una organización que apenas reciba un par de docenas de currículums.
Por tanto, una buena experiencia del candidato es imprescindible para que el reclutamiento se lleve a cabo de una forma mucho más efectiva y rápida. En este sentido, no podemos olvidar que cada día que el puesto está sin cubrir la empresa está perdiendo dinero y descendiendo su productividad.
Además, si llega el punto en que se debe cerrar el proceso de selección para abrirlo de nuevo más tarde, el coste se está multiplicando.
Aplicando unas sencillas medidas para mejorar la experiencia del candidato se mejora el proceso de selección tanto en eficacia como en rapidez, lo que supone para la empresa un importante ahorro de dinero.
Afecta a la reputación de la empresa
Cuando un candidato tiene una buena experiencia en un proceso de selección, es muy probable que lo comente con su entorno más cercano. Incluso es posible que deje constancia pública (redes sociales, foros especializados, etc.) de que se ha sentido bien tratado por la empresa, aunque finalmente no haya conseguido el puesto. Esto afecta directamente a la reputación de la misma.
Si la experiencia ha sido negativa, podemos estar seguros casi al 100% de que el afectado va a hablar de esto con todo aquel que esté dispuesto a escucharle. Si bien una mala opinión no es especialmente importante, cuando las reseñas negativas empiezan a crecer, los que las leen tienden a pensar que habrá bastante de verdad en lo que están comentando quienes comparten su experiencia. Esto hará que la entidad note un descenso en el número de aspirantes a sus vacantes laborales.
No podemos obviar que la gran mayoría de las personas que están en búsqueda de empleo buscan información sobre las empresas en las que desean postularse como candidatos. Si las opiniones que encuentran no son buenas, la mayoría decidirá seguir su búsqueda de empleo en otros lugares. Cuantos menos aspirantes se presenten para cubrir la vacante, más difícil será encontrar el perfil idóneo y más se tardará en conseguirlo.
Además, tener una mala reputación a cualquier nivel afecta de manera directa a la capacidad de una empresa para generar beneficios. Si los consumidores empiezan a escuchar rumores sobre que determinada organización no trata bien a las personas que se presentan a sus ofertas de empleo, una buena parte de ellos podría decidir dejar de ser cliente. Los consumidores cada vez le brindan más importancia a cuestiones como la responsabilidad social corporativa.
La experiencia y el proceso de selección impacta en el proceso de adaptación
De entre todos los candidatos que se han presentado al proceso, solo uno de ellos va a ser elegido para el puesto. De cómo haya sido su experiencia durante el reclutamiento, dependerá también cómo sea su adaptación a la empresa.
En caso de que las sensaciones que ha transmitido la organización al aspirante no sean positivas, nos podemos encontrar con que, al elegir a una persona y ofrecerle el puesto, esta acabe por decidir que no lo quiere.
Si esto ya es malo de por sí, hay algo que es todavía peor: que esa persona acepte el puesto y luego no se adapte bien. Para las empresas es complicado remontar esa primera impresión que provocan en las personas. Si la experiencia durante el proceso de selección no ha sido positiva, el nuevo empleado no estará del todo cómodo con su nuevo puesto y puede que le cueste adaptarse. De hecho, si la experiencia tampoco es positiva durante sus primeros días de trabajo, existe un alto porcentaje de posibilidades de que acabe por renunciar voluntariamente a su puesto, lo que obligaría a la empresa a iniciar de nuevo el proceso de selección.
Conclusión
En definitiva, las circunstancias que hacen que la experiencia del candidato no sea positiva dan lugar a fenómenos como:
- un incremento de los gastos para la empresa
- la dificultad para cubrir las vacantes
- el empeoramiento de la reputación de la marca
- un inadecuado ambiente laboral
- una falta de adaptación al puesto y a la organización.
La clave para evitar esto pasa por tener claros cuáles son los aspectos que influyen en las sensaciones que experimentan los aspirantes durante el proceso de selección, para intentar mejorarlos todo lo posible. En este sentido, conviene recordar que la experiencia del candidato cubre diferentes puntos:
- Anuncio de trabajo.
- Búsqueda de empleo (lugares en los que se publica la oferta de trabajo).
- Solicitud de empleo.
- Comunicaciones.
- Entrevistas.
- Feedback.
- Relación con el candidato.
Cuanto más se trabaje en mejorar estos aspectos, más positiva será la experiencia de quienes toman parte en el proceso de selección, y menos se producirán esos efectivos negativos que hemos señalado antes. Por tanto, queda claro que mejorar la experiencia del candidato es algo absolutamente necesario para todas las compañías.