Tabla de contenidos
Algo está cambiando en el mercado laboral. Si revisamos las ofertas de empleo, e incluso los programas de formación que ponen en marcha las empresas en la actualidad, podemos comprobar que las soft skills empiezan a ganarle la batalla a las profesionales.
Hace algo más de una década los candidatos a un puesto de trabajo debían contar con unas hard skills (habilidades duras o profesionales) muy bien definidas. Sin embargo, hoy en día interesan más las soft skills (habilidades blandas o personales), ¿qué es lo que ha cambiado?
Ha cambiado todo, y mucho más de lo que apreciamos a simple vista. En los últimos años hemos pasado por unos momentos de gran incertidumbre y nuevos retos a nivel social que han afectado al mercado laboral, y todo parece indicar que esta situación se va a prolongar en el tiempo.
En un momento de cambios drásticos y constantes, lo que necesitan realmente las empresas son trabajadores que se adapten bien a las nuevas circunstancias. Que tengan autonomía a la hora de trabajar, que gestionen bien su tiempo, que sean buenos comunicadores, que tengan interés por seguir aprendiendo… todo esto son habilidades blandas.
No queremos decir con ello que las hard skills hayan dejado de ser importantes, porque no es así, pero sí que ahora se valoran con menos rotundidad. Porque es más fácil enseñarle a una persona cómo debe desarrollar una determinada tarea, que hacer de ellos un buen líder, o conseguir que gestione mejor su tiempo.
Las habilidades sociales se aprenden y desarrollan a lo largo de la vida. Cada experiencia vivida por la persona incide de forma directa en sus habilidades blandas. Lo bueno es que con una buena formación también se pueden aprender nuevas, o incluso mejorar las que ya se poseen.
En cualquier caso, para que las soft skills de verdad sean útiles para la empresa, lo que hace falta es que la organización sea capaz de hacer una buena gestión de las mismas. Vamos a ver cómo se puede lograr este objetivo.